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meridiano20

Volver a las fuentes (y meter las patas en ella)

                                                                                                         Por Omar Auton

 

   Sigo trabajando en este artículo, que saldrá en partes a fin de cumplir con los requisitos de los “nuevos tiempos” en materia de lectura o de intolerancia del público a prestar atención más de unos pocos minutos a nada, y me han llegado algunos comentarios sobre que estoy evitando escribir sobre las medidas adoptadas por el presidente recientemente electo y los discursos que avizoran una noche profunda para los habitantes de este bendito país. No me atrevo a definirla como “larga” o “corta” por dos razones.

   En primer lugar, porque para los que más van a sufrir con estas políticas neoconservadoras, la noche será interminable, mientras que los que logren subsistir, aún a costa de fuertes recortes en su estilo de vida esperarán con impaciencia su final y por ende la verán más corta. En segundo lugar, porque en estos procesos su duración, no depende de ningún almanaque o tiempo conocido sino de la paciencia o tolerancia de las mayorías populares ante una nueva defraudación. Dejemos claro que hablo de la paciencia del pueblo argentino y no de sus “intelectuales orgánicos” o “militantes” que suelen confundir la realidad con su propia demanda existencial.

   Dicho esto, la ausencia de novedad en los anuncios realizados por el presidente en su asunción, como por ejemplo que se está ante una crisis inédita en la historia argentina que obliga a un ajuste brutal o la recurrencia a una devaluación y recorte de gastos, son los mismos argumentos esgrimidos en 1955, 1959, 1966, 1976, 1989, 2001, 2015 y ahora para aplicar las mismas recetas, no voy a detenerme demasiado, vaya como ejemplo una foto de un matutino el 3 de abril de 1976, la lectura del encabezado y de las medidas me exime de cualquier comentario.



  

En resumen lo inédito de un gobierno liberal-libertario, que demoliera el Banco Central, dolarizara la economía y abriera al mercado la venta de órganos, ha cedido paso a una política neoconservadora, con algunos maquillajes, que ya hemos conocido y que sabemos cuáles fueron sus consecuencias. Si se quiere más información aconsejo la lectura de “El Plan Prebisch o el retorno al coloniaje” de Arturo Jauretche, buscar en Youtube el discurso de Martínez de Hoz en 1976 o leer mi artículo “En la huella de Don Arturo” publicado en Escenarios en agosto de 2016.

   Sigo considerando más importante el análisis de las causas, locales y globales, del fracaso reiterado del progresismo que, convertido en conducción del peronismo desde 2003, ha gobernado la Argentina 16 de los 23 años de este siglo. Su fracaso en leer y comprender los cambios en el mundo y en el país (en este caso y muy especialmente los que produjo la dictadura entre 1976 y 1983 y el menemismo entre 1989 y el 2001), en asumir como banderas, discursos dirigidos a minorías, intensas pero minorías al fin, en no modificar o cambiar normas jurídicas que impedían cualquier transformación real (Ley de entidades financieras, o de inversiones extranjeras) o en no poner a trabajar, en serio, a sus “intelectuales militantes” en cómo adaptar o adecuar a nuestra realidad y necesidades a los desarrollos científicos, tecnológicos y las consecuencias del capitalismo global, tanto económicas, como sociales, políticas y culturales.

   Ya me he referido a muchas de esas cuestiones pero quisiera dedicar algún espacio a un artículo que leí hace más de cuatro años y que se titula “La destrucción capitalista de la familia”, su autor, Diego Fusaro un filósofo y ensayista italiano.

   Como peronista siempre suscribí la necesidad de sostener y defender el concepto de familia como célula original de la comunidad, me llamó la atención la gran cantidad de mensajes de Perón y de Eva Perón en este sentido, ni que hablar del mensaje del cristianismo y de la Iglesia Católica, pero de joven, como estudiante de derecho me acerqué a la lectura de “Rasgos Fundamentales de la Filosofía del Derecho” de Hegel, por eso me impresionó mucho la relectura que hace Fusaro de la obra y su profundidad y actualidad.

   Para Hegel, la familia es el primer momento de la “vida ética”, en el lenguaje hegeliano “Eticidad designa aquel complejo de instituciones (familia, sociedad civil, Estado) en las cuales la libertad se realiza objetivándose, o sea, pasa gradualmente de su abstracta expresión individualista a la universalidad históricamente concreta” (y situada me atrevería a agregar). Se invierte el individualismo abstracto robinsoniano en una ética concreta, comunitaria e históricamente determinada: en tal ética, el individuo es proyectado en lo concreto de los nexos intersubjetivos y comunitarios que hacen de él un zoon politikón. Como ya fue subrayado por la Política de Aristóteles, “la familia es la primera comunidad, es la prueba que el hombre es un animal comunitario, que en la comunidad viene al mundo y que sólo en la comunidad puede existir”.

   En ese vínculo familiar “El punto de partida objetivo, es el libre consentimiento de las personas y precisamente para constituir una sola persona, es una autolimitación, pero justamente puesto que obtienen en él su autoconciencia sustancial, él es su liberación”, esto es, dos personas se unen y conforman una nueva persona que los contiene como “miembros” es decir no pierden su individualidad ni la anulan, la superan en el conjunto y la conservan al mismo tiempo, para desarrollarse en plenitud.

   Es desde este lugar que, claramente, la familia es la unidad fundacional de la Comunidad Organizada, es en ella dónde los miembros aprenden a socializar en comunidad y se socializan en ella, aprenden a convivir en lazos distintos de los intereses individuales y comprenden cabalmente que su realización y felicidad solo es posible en esa unidad de convivencia.

   La Antropología nos enseña que el Hombre (como especie) siempre vivió en comunidad, desde la tribu, al clan y luego pueblos, aprendió a sobrevivir y a convivir en ella.

   Fusaro advierte con suma claridad que “por esto el capital odia a la familia y al amor, a la familia la sustituye por individuos atómicos (El sistema de la atomística denunciado por Hegel) unificados sólo por la liturgia del librecambio; al amor lo sustituye por aquel sucedáneo alienado que es el “amor líquido” e íntimamente autista, aquellas relaciones de puro goce individual en las que el otro figura siempre y únicamente como pretexto para el placer autorreferencial del yo triturado…la mezquina moral híperhedonista de un sistema que debe inducir al consumo tantálico sin frenos inhibitorios, en la búsqueda de una novedad que siempre es la misma”.

   Más allá de lo contundente de algunas afirmaciones es indudable que el mundo global dominante ha declarado la guerra a dos instituciones típicamente burguesas como la familia y la escuela, en muchos casos usando como ariete a la izquierda postmoderna, “El capital les impide a los jóvenes estabilizar su vida profesional y sentimental, no les da un trabajo ni la estabilidad necesaria para construir una familia. Y luego, sobre el plano ideológico las fuerzas llamadas progresistas combaten contra el trabajo fijo y contra la institución de la familia”, la imposibilidad de conseguir un trabajo estable se disfraza de “la necesidad de ser libres y no alienarse” y la de conformar una familia de “El deseo de realización personal que se frustra ante un vínculo que “ata” al individuo”.

   Fusaro afirma que el capitalismo global es hoy absoluto en el sentido de haberse “desatado” de todo límite residual, en principio de todo valor (moral, religioso, social) que se oponga al imperio del individualismo absoluto, consumidor y hedonista, dónde la “realización” personal está sujeta a exhibir haber alcanzado los objetos y comportamientos del éxito (marcas, autos, casas) o sea del reconocimiento de los demás. En segundo lugar, se ha autonomizado en forma integral respecto de los sujetos sociales…todo deviene mercancía y lo económico se alza como único manantial de sentido en la forma del monoteísmo del mercado, se llega, incluso a la colonización del imaginario por parte de la forma mercancía (deudas y créditos en las escuelas, “inversiones” afectivas, capital humano, etcétera)”.

   Es por ello que el capitalismo global se propone eliminar, como una rémora, instituciones propias del primer ascenso del capitalismo (Estados nacionales, monedas locales, educación universal, salud pública, familia monogámica, lazos parentales, etc.) He ahí las causas de los crecientes ataques a la familia tradicional e incluso a los valores religiosos, hoy se han transformado en un obstáculo al definitivo afianzamiento del nuevo orden global.

    El filósofo italiano finaliza diciendo “En la actual noche del mundo, del monoteísmo de mercado y del fanatismo de la economía, la familia, donde todavía exista, constituye una heroica forma de resistencia a la mortífera dialéctica del desarrollo del capitalismo. Mientras hay familia hay comunidad y mientras hay comunidad, hay esperanza” (el subrayado es mío)

   Volviendo a nuestro país y me atrevería a decir a América Latina, todo esto tiene una actualidad aterradora, y nos lleva a repensar, como dijimos, en la insistencia de Perón y Eva Perón en aquello de “Dignificar moral y materialmente a la mujer equivale a vigorizar la familia. Vigorizar la familia es fortalecer la Nación puesto que ella es su propia célula…yo habré colmado todas mis aspiraciones de argentino, cuando, recorriendo el país como lo he hecho cien veces, pueda ver la casita del paisano, la casa del obrero o la casa del empleado, con un standard de vida superior a que tienen derecho los seres humanos, aun cuando para ello haya sido necesario sacrificar algunos de los lujos inútiles y superfluos” (Doctrina Peronista; Edit. Volver; Buenos Aires; 1984).

   Hace pocas horas en un diálogo virtual entre el periodista Eduardo Aliverti y el psicoanalista Jorge Alemán, ante la pregunta del primero acerca de la influencia que tuvo el feminismo en la derrota electoral desde un “culturalismo exagerado y sectario falsamente hegemónico”, Alemán respondió “El feminismo tuvo un momento liberador…pero cuando ocurrió su cierre identitario, se volvió una institución con errores de diagnóstico que le costaron caro…como sostener que el capitalismo se sostiene por el patriarcado, de ser así tendría los días contados, pero el capitalismo puede vivir sin patriarcado perfectamente”.

    No dejó de ser patético en las semanas previas a las dos rondas electorales, ver a muchas y muchos compañeros, que se desgañitaban gritando “Iglesia y Estado son temas separados” o convocando a la apostasía por la oposición católica a la ley del aborto, celebrar alborozados las homilías del nuevo arzobispo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de los curas en numerosas parroquias y del Padre Pepe, convocando a “No dejar las convicciones cristianas afuera del cuarto oscuro” y denunciando a Milei por sus furibundos ataques al Papa Francisco.

   Nadie niega que era vergonzoso seguir penalizando a la mujer que realizaba un aborto, pero de ahí a convertir estos temas en el eje de un nuevo pensamiento, laicista, individualista y progresista es otra historia, nadie niega el derecho de hacerlo pero eso no es peronista, el pensamiento de Perón marcha por un camino absolutamente diferente, por otra parte aquel no era un reclamo sentido por la totalidad de las mujeres como aquellas cosas que contribuían a “dignificar moral y materialmente a la mujer”, este progresismo nunca pudo comprender el rechazo de las mujeres más pobres a esta “conquista” e incluso ocultaron la palabra de los curas villeros sobre el tema.

   Al mismo tiempo que se trató esa norma se sancionaba otra, llamada de los “1000 días” destinada a dar protección y acompañamiento a la mujer embarazada desde el primer día, en todos los aspectos, sanitario, psicológico, laboral, social y económico, sin embargo, la dirigencia calló esa ley para evitar ser tildados de defensores de “machismo patriarcal que somete a la mujer a ser una fábrica de hijos”.

   No quiero ir terminando este artículo sin hacer referencia que en el abandono de nuestra identidad peronista, al que su propio fundador definió como “humanista y cristiana”, al resignarnos ante el discurso que pretendía imponer al peronismo conceptos que son opuestos a su ideario, permitimos que quedara expuesto al copamiento por ese pensamiento al que Fusaro denomina de “izquierda posmoderna” que es la contracara, funcional, del, capitalismo global.

   En Europa la socialdemocracia y el eurocomunismo difuntos, han devenido en un progresismo lavado, que impregna su discurso de los temas de género y sus diversas manifestaciones, ecológicos, un laicismo iluminista que rechaza cualquier trascendencia, un fatalismo que descarta la justicia social. Fracasaron en sus ideas revolucionarias y se transformaron en la versión siglo XXI de la Primera Internacional Socialista célebre por su claudicación.

   Mucho de esta nueva “izquierda” llegó a la Argentina en los 80, con el regreso de muchos exiliados, luego ganó espacio en la intelligentsia universitaria, sus papers en diferentes congresos abrevaron en esta “corrección política”, volvieron a analizar nuestra realidad desde conceptos ajenos a la misma, volvimos a escuchar “peronistas” hablando de izquierda y derecha, conceptos superados, para nuestras tierras, por el peronismo hace más de 70 años, pretendiendo incluso una puesta en valor del concepto de populismo a la sombra de Ernesto Laclau para redefinir su “nuevo peronismo” acorde con el pensamiento académico.

   Es nuestra obligación recuperar el auténtico pensamiento peronista, su doctrina, más vigente que nunca ya que es la única que propone un camino diferente al de la globalización capitalista financiera, actualizar lo que haga falta, retomar la acción propuesta por Perón en “El Modelo Argentino” y por sobre todo volver a ser predicadores y dirigentes de nuevos encuadramientos, regresar a nuestras esencias de ser, vivir y soñar cómo y con nuestro pueblo, como dijera el General San Martín “Seremos lo que debemos ser o no seremos nada”

 

  

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