Por Omar Auton
Desde hace meses los politólogos, sociólogos, periodistas, dirigentes y encuestadores se encuentran en un quebradero de cabezas tratando de explicar la aparición de Javier Milei en la política argentina y su éxito fulminante que lo catapultó a la presidencia, lo comparan con las nuevas derechas europeas, o con Trump, pero mezclan todo, atosigados por su eterna costumbre de querer explicar los fenómenos del Tercer Mundo a la luz del pensamiento eurocéntrico (aunque lo escriban aquí en Palermo). A riesgo de parecer reduccionista voy a ensayar analizar diversos aspectos, con la exclusiva intención de tratar de ver algunas cosas, descartar otras e ir buscando mayor claridad.
1) El malestar en la cultura (europea).
La conformación de la Unión Europea ampliada fenomenalmente luego de la caída de la Unión Soviética y la desintegración de la Europa del Este socialista, comenzó hace ya una década, más o menos, a dar señales de dificultades, la transferencia de plantas productivas a países del este, en busca de una mano de obra capacitada, disciplinada y con salarios muy bajos en relación a la Europa occidental sumado a la radicación de empresas en Luxemburgo, Andorra y otros paraísos fiscales debilitaron los cimientos del “Capitalismo Continental” según lo llamara Michel Albert y su Estado de Bienestar. La universalización del Euro como moneda significó un esfuerzo inmenso para los países más atrasados (Grecia, Portugal, España) y los aportes de Bruselas a la “modernización” de esas economías estalló en una burbuja inmobiliaria que hizo crisis en 2008. La caída de empleos y recortes presupuestarios a la seguridad social disparó el enfrentamiento con los inmigrantes, especialmente africanos, pero también turcos, albanos, croatas, etc, la aparición de grupos neonazis y partidos de ultraderecha.
La globalización con su pretensión de uniformidad cultural en términos anglosajones, liberales, feministas, ateos e individualistas, despertó la reacción de pueblos con fortísimas tradiciones como Polonia, República Checa, Hungría, que pretendían recuperar su historia, aplastadas durante 40 años por el stalinismo.
Ese combo explosivo de caída en la calidad de vida, oleadas de inmigrantes y aculturación globalista, explica la aparición de Le Pen, Orban, Meloni y hasta de Vox en España tratando de recuperar el pasado franquista de orden. Todos ellos exhiben un nacionalismo defensivo en lo económico, racista en lo social y conservador en lo cultural. Se agrega ahora la situación de los productores agrarios que ven caer los precios de su producción ante la invasión de bienes agrícolas que provienen de Ucrania, cuyas tierras recordemos que junto a nuestra pampa húmeda fueron consideradas las más ricas del planeta para la agricultura, hoy día en manos del grupo de inversión yanqui Blackrock.
A ninguna de estas expresiones políticas se les ocurre, ni ebrios ni dormidos, abrir sus economías, regalar sus empresas, entregar sus riquezas a las transnacionales, ni liquidar sus Estados, nada de eso, son anti globalización y rechazan la UE por considerar que lejos de haber redundado en un crecimiento de Europa, la ha sumido en el estancamiento, la recesión, la pérdida de mercados y ahora es el terreno del enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, donde en caso de una guerra se librará la parte más cruenta de ella.
2) El malestar de EE. UU y la sociedad multipolar.
EE.UU. no ha quedado ajeno a la llamada deslocalización de empresas, algunas de ellas radicadas en México aprovechando el NAFTA, a la crisis financiera, recordar que el crack del 2008 comenzó con Lehman Brothers, pero se extendió a todo el sistema y a la pérdida de competitividad de su sector metalmecánico y automotriz, que en los casos de Chrysler y General Motors, la primera fue adquirida por Fiat, denominada “la nueva Chrysler” y el estado tuvo que invertir 6600 millones de dólares a “la vieja Chrysler” para hacerse cargo de las deudas emanadas de su proceso de quiebra iniciado en 2009.
En el caso de General Motors, luego de los cierres de Oldsmobile (2004), Pontiac (2008) Hummer y Saturn (2010) y de perder su liderazgo eterno entre las automotrices del mundo en 2009, presentó quiebra, y de este proceso surgió una nueva empresa General Motors Company en la que el gobierno de EE. UU invirtió 50.000 millones de dólares a cambio del 60% de sus acciones, quedando otra parte en liquidación bajo el nombre Motors Liquidation Company.
Si sumamos el efecto catastrófico de la caída de Lehman Brothers y otros bancos que se devoraron los ahorros de millones de estadounidenses, recordemos que en EE.UU no hay sistema jubilatorio, la gente abre cuentas en bancos y ahorra ahí durante su vida activa para cuando la vejez no le permita seguir trabajando, el derrumbe del llamado “cinturón del óxido” en Pensilvania y otros estados vecinos, que era visible en Filadelfia, Detroit y otras ciudades inundadas de “homeless” y con casas vacías ante los que abandonaban esos centros urbanos, los que perdían sus viviendas al no poder pagar las hipotecas y las que las abandonaban ante la creciente inseguridad en esos barrios semivacíos, se explica la aparición de Donald Trump.
Derrumbado el sueño de la potencia hegemónica que auguraba Fukuyama, ante el ascenso de China, Rusia e India, entre otros, herido el “sueño americano” de la casa propia, el trabajo estable, el automóvil largo y lujoso de mediados del siglo XX, si bien su poderío militar y el desarrollo en el campo de la tecnología lo mantienen como la primera potencia, incluso en el plano militar luego del ataque a las Torres gemelas y los fiascos en Irak y Afganistán, el llamado de Trump a “Hagamos a EE.UU grande otra vez”, y el “América First”, incluida la amenaza impositiva para las empresas norteamericanas que trajeran a EE.UU. bienes producidos fuera de sus fronteras, conmovió a millones de norteamericanos y lo hace aún.
Lejos está de proponer globalización, privatizaciones, liberalizar inversiones extranjeras, etc. Es una propuesta absolutamente nacionalista, proteccionista e industrialista para la cual Milei solo es atractivo en la medida que ofrezca enfrentar a China, y ofrecer minerales, petróleo, gas, territorio para bases militares y el Atlántico Sur, parangonando a una viejísima película británica, Milei es a Trump lo que Gunga Din y los cipayos de la India fueron a Gran Bretaña.
3) El malestar en la Argentina. -
Ya hemos hablado con detenimiento del fracaso de la democracia argentina, recuperada en 1983, de asegurar al pueblo las tres consignas que anunció: comida, salud y educación. La dictadura cívico militar que comenzó en 1976 tuvo un éxito notable en:
A) Destruir el sistema empresario estatal volviéndolo inviable y deficitario luego de desinvertir durante siete años, endeudarlo y usarlo como garantía de otros préstamos.
B) Reducir a su mínima expresión la industria nacional, especialmente la textil, metalmecánica y automotriz, así como dañar severamente las economías regionales.
C) Establecer la llamada “Economía bimonetaria” ya que hasta 1976 nadie ahorraba en dólares y la moneda estadounidense no era el fetiche de vastos sectores de la población.
D) Provocar la concentración y extranjerización del sistema financiero, así como parir la llamada “Patria Financiera” (Se recomienda ver la película “Plata Dulce” de 1982)
E) Fracturar y fragmentar la sociedad argentina, apareciendo la economía informal, “en negro” en miles de ex trabajadores que despedidos o quedando en la calle por el cierre de las empresas usaron la indemnización para un kiosco, un remis o agencia de PRODE
F) Un monstruoso endeudamiento externo que pasó de 3000 millones a 45.000 millones con una ratio de 1500 U$S por habitante
Lejos estoy de agotar las consecuencias de ese nefasto período (y dejo afuera la carnicería de la represión, la semidestrucción del aparato sindical y los miles de exilados) valga decir que el proceso de concentración y extranjerización cambió radicalmente la composición del empresariado y el capital.
En los 40 años de democracia no se pudo revertir uno sólo de estos latrocinios y además varios como el endeudamiento, el sistema bimonetario, el retroceso de la industria nacional y/o la fragmentación social, se agravaron sensiblemente.
Si bien en 1983 se reconocía la existencia de un 4,6% de la población en situación de pobreza, ya había un 25% de la misma que se manejaba en el mundo de la economía informal, en 1989 cuando Alfonsín entrega el gobierno A Menem, la pobreza era del 7,6% y la informalidad había trepado el 32%.
En el 2001 la pobreza rondaba el 15% de la población y el 38% estaba en la economía informal, llegando al 49,5 dos años después.
En lo que hace a la conformación de la actividad económica, si vemos la evolución de la cantidad de empresas y el peso relativo en el valor bruto de producción de las 500 empresas más grandes del país, según el origen del capital de las mismas podemos ver que entre 1993 y 2001, en promedio hubo 220 empresas nacionales, 221 extranjeras y 59 mixtas o asociaciones, y de ellas, siempre en promedio, las nacionales participaban en el 28,6 %, las extranjeras en el 56% y las mixtas o asociaciones en un 15,4% del valor bruto total.
Luego del 2001 y hasta el 2008 más allá de los relatos interesados esto no sólo no se revirtió, sino que se agravó: la cantidad de empresas nacionales bajó a 162 ( un -26,4%), las extranjeras crecieron a 292 (un +32,1) y las mixtas o asociaciones bajaron a 46 (un -22%), y la participación en el valor bruto, en el caso de las nacionales bajó a un 17,6 (un -38,5%), las extranjeras aumentaron a 75,4% (un 34,6%) y las mixtas o asociaciones bajó a un 7% (un -54,5%). (1)
El dato más terrible es que nunca se logró reducir la pobreza a menos del 35% de la población total, con picos de 35,5% de pobreza y 8% de indigencia en 2019 y 41,7% de pobreza y 11,9% de indigencia en 2023.
Si consideramos que la tasa de desocupación creció al 16,1% en 1997 y si bien bajó al 6% en 2023, en ella solo se cuenta aquellos argentinos que buscan trabajo y no a aquellos que están sin trabajo y dejaron de buscar, podemos deducir, sin temor a equivocarnos que muchos de los que están en ese casi 12% de indigencia son los que han dejado de buscar empleo, en una economía que no crece desde 2011 y que en 2014 tuvo la tasa más baja de actividad con un 45%.
Estos números reflejan con crudeza la decadencia de una sociedad que no solo no pudo revertir en 40 años los peores datos de empleo, pobreza e inclusión social de los que halló en su nacimiento, es más, los agravó, que agudizó década a década la extranjerización y concentración de su aparato productivo, que a raíz del modelo agropecuario desplazó a parte de su población a los grandes centros urbanos, los ganadores a los barrios cerrados y los perdedores a la periferias de estos o a los peores terrenos del Gran Buenos Aires, que no pudo hacer crecer su economía y pretendió suplirlo por “poner platita en el bolsillo de la gente” a fuerza de emisión, que desde 2008 no pudo detener un proceso inflacionario creciente que deterioró el salario de los trabajadores registrados y los ingresos de los no registrados y que profundizó su crisis externa al profundizar su dependencia de las exportaciones de soja, trigo, maíz, en bruto o industrializados, quedando expuesta a las variaciones de precios de éstos.
Al mismo tiempo creció la inseguridad, especialmente en los barrios suburbanos, cosa natural cuando aumenta la pobreza y la inclusión, no solo por la necesidad inmediata sino por la abrumadora publicidad que incentiva consumos a los que no se llega con un salario y el resentimiento social de ver a muy pocos con mucho y a muchos con muy poco. Se deterioró en forma abrumadora la calidad de su sistema educativo, la escuela pública se transformó en un espacio de contención y alimento de los más pobres y muchos asalariados sacrifican otras necesidades para enviar a sus hijos a escuelas privadas para asegurarse que al menos tengan clase toda la semana, ya que necesitan salir a trabajar ambos cónyuges y si el pibe no está en la escuela (porque no hay clases o hay paro) hay que pedir ayuda a un vecino o familiar para poder mantener el empleo.
Todo esto con gobiernos de la Unión Cívica Radical (Alfonsín) del Partido Justicialista (Menem, Duhalde, Kirchner, Fernández) de alianzas de la UCR (De la Rúa) o de alianzas entre liberales y la UCR (Macri), con un Estado que se sostiene por impuestos como el IVA o Ganancias que pagan los pobres y los trabajadores igual que los ricos (o menos porque estos últimos tienen contadores que ayudan a evadir).
En los últimos años el poder económico concentrado y el sistema mediático, viendo el descrédito creciente de las fuerzas políticas tradicionales, de la corrupción de gran parte de la clase política, comenzaron a ensayar la creación de “Outsiders” (falsos, ya que no son ajenos al poder), uno de ellos, fracasado ex arquero de Chacarita Juniors, fracasado en su ingreso como docente a la UBA, fracasado como actor de teatro, egresado de una universidad privada de las menos calificadas del sistema, autor de varios “papers” denunciados por plagio, sin experiencia profesional conocida, comenzó a ser fogoneado en la televisión, invitado permanente a un programa paradojalmente llamado “Animales sueltos”, a partir de un sketch teatral comenzó a insultar a los políticos, a denunciar al Estado como una “organización criminal” que roba con los impuestos para la corrupción de los políticos, a decir que ellos eran los culpables de la decadencia del país y motejarlos como “Casta” y prometer hacer un ajusto monumental pero que iba a ser soportado por los culpables de todo (o sea la casta política), esto venía como anillo al dedo al poder económico, quedaban exentos de responsabilidad en la crisis, se les prometía menos impuestos y más libertad para expatriar sus ganancias y destruir toda legislación laboral que obstruya la maximización de ganancias.
Frente a esto, se alzaba un gobierno del Frente de Todos, sumido en las peleas internas más salvajes, liderazgos fuertemente comprometidos con los años de la “década ganada” que no lo fue tanto, una inflación creciente que amenazaba con salir de control y el candidato oficialista era…¡el ministro de economía!, una fuerza opositora que exhibía iguales o peores internas, con una candidata balbuceante y un líder que en los momentos difíciles…¡ Se iba a jugar al bridge!, no era difícil imaginar el resultado, así que no comprendo donde está la sorpresa y que es lo que no se puede comprender de cómo se combinaron el suicidio político de dos generaciones de dirigentes, los nuevos reacomodamientos del capitalismo y sus necesidades y un pueblo a la deriva, sumido en la bronca por haber sido engañado una y otra vez y ansioso de que “alguien pague” por tanto desastre.
BIBLIOGRAFÍA. -
1)” Concentración y extranjerización de la economía argentina en la post convertibilidad 2002-2008”; Daniel Aspiazu-Pablo Manzanelli-Martín Schorr; Cuadernos del CENDES, enero-abril 2011
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