Por Omar Auton
Dentro de las humildes contribuciones que pretendo a hacer a los debates que los hombres y mujeres del campo nacional nos debemos, algo muy importante es la invitación a salir del “inmediatismo”, las redes y los medios de comunicación nos queman la cabeza con la consigna de “Todo lo que es anterior a ayer, ya no sirve, es viejo” (es una síntesis personal), no leamos, no investiguemos, no revisemos la historia, ¿Para qué? Eso “ya fue”.
Obviamente no todos amamos la historia, pero si para tener identidad debemos conocer a nuestros padres, abuelos, tíos, de donde vinieron, que hicieron, la identidad de una comunidad también es el resultado, de lo que hicieron los hombres y mujeres que nos antecedieron y conocerlo es el comienzo de conocer nuestras fortalezas y debilidades, hasta las inconscientes, viene a ser como las primeras sesiones de terapia.
Asimismo hay fenómenos que exceden al marco de nuestra comunidad, que son nacionales, regionales o mundiales, pero al vivir en una nación, en una región, en un planeta, nos afectan. Así como el calentamiento global es el resultado del modelo industrial dominante en el hemisferio norte pero también suben las temperaturas y disminuyen las lluvias aquí, otros procesos, sociales, políticos y económicos producen efectos similares.
Es más, hace pocos días en Davos, nuestro presidente, Javier Milei, no tuvo pruritos en resumir 2023 años de historia en una fórmula “Mientras dejamos todo en manos de la iniciativa privada fue un progreso continuo, cuando intervino el Estado se arruinó todo”, claro alguien podría dejarlo en ridículo en 10 minutos, sin embargo no deja de ser proverbial que quiénes más niegan el estudio y debate serio de nuestra historia, permanentemente la tergiversen,, construyan un “relato” infantil, mentiroso, falseando todos los datos y recurriendo a slogans, fruto de su formación intelectual en Tik Tok.
En artículos anteriores traté de reflejar datos que demuestran que la influencia global de la tecnología no es nada nuevo, que los desarrollos como IA, informática, electrónica, eran motivo de análisis hace 50 años, ahora voy a tratar de demostrar que el capitalismo financiero no empezó en 1974 con la crisis del petróleo, ni que es un producto de la actual etapa de la globalización y que más que una anomalía del capitalismo es una fase diferente en su evolución, nada más.
En 1902 John Atkinson Hobson (1858-1940) publicaba en Nueva York y en Londres un libro denominado “El Imperialismo” y en 1910 Rudolf Hilferding hacía lo propio con “El Capital Financiero”. Siguiendo a Ramos (1) vemos que “…ya desde 1874 la necesidad de acuerdos entre los industriales de una misma rama de producción o un mismo servicio público, comienza a abrirse paso rápidamente. Estos “acuerdos “son el primer paso para la cartelización de la industria. Comienza la época de la fusión de empresas, la constitución de “carteles” internacionales, la organización de “trust” peligraba la tasa de ganancia dentro de la libre competencia y eran fórmulas de autodefensa” y “Si la antigua influencia económica del capital comercial había sido sustituida por el poder creciente del capital industrial, en la edad de los monopolios el capital bancario domina los anteriores. De su fusión con el capital industrial nace la categoría económica más típica del capitalismo “El capital financiero”.
La mera inversión reproductiva tradicional del excedente económico reduce la tasa de ganancia “El predominio de los bancos, amalgamados con la industria concentrada, confiere al comenzar el siglo XX un carácter predominantemente financiero a las relaciones económicas entre los países imperialistas y los países atrasados…mientras la renta nacional británica solamente se ha duplicado entre los años 1865-1898, los ingresos procedentes del extranjero han aumentado nueve veces”. Las inversiones inglesas en el extranjero, en 1900 se calculaban en 2500 millones de libras, las de Francia en 40.000 millones de francos y las de Alemania de 10.000 millones de marcos, ya no son individuos aislados, naciones enteras como Holanda, Bélgica, y las antes citadas se constituyen en naciones rentistas.
Es que ya en esa época se da un espectacular desarrollo técnico y científico como el petróleo y la electricidad, que sustituyen al vapor y el carbón, pero el desarrollo técnico exige una inversión sin precedentes en capital fijo, la masa de capitales necesaria para construir las nuevas unidades industriales se constituye no sólo en una barrera a la aparición de nuevos competidores sino que desplaza del mercado a los pequeños y medianos que no pueden acceder a ella.
Si las viejas potencias desarrollan estos procesos, se produce un fenómeno, concomitantemente, que traerá terribles consecuencias, Italia y Alemania que recientemente han conquistado su unidad nacional, ingresan directamente a la gran industria en el máximo nivel técnico y el otro nuevo jugador será Japón.
Volviendo a Ramos, encontramos que “el 80% de las importaciones de Francia, el 76% de las de Alemania y el 75% de las de Inglaterra consistían en materias primas y alimentos mientras que el 61%, 75% y 85,5% de sus exportaciones consistían en productos manufacturados. Europa se había convertido, a través de sus principales potencias, en el intermediario y comisionista de todas las transacciones comerciales del planeta. En ella funcionaban los principales bancos, las grandes compañías de seguros, las empresas marítimas. Así pudo Europa fijar precios, estructurar fletes, fijar las primas de seguros, realizar operaciones bancarias y percibir las comisiones que constituyen el precioso ingreso invisible” ese ingreso “invisible” también se iba cartelizando ya que se fue concentrando en pocas manos la emisión de préstamos, empréstitos, créditos (por lo general para pagar operaciones comerciales con las mismas firmas que eran las que los otorgaban), los grupos económicos desarrollaron sus propios bancos, compañías de seguros, empresas marítimas.
He aquí el nacimiento de una realidad que Piketty traduce hoy en la célebre historia de la banana ecuatoriana que se vende en Europa más cara que lo que se la paga en Ecuador, él se pregunta ¿Y de dónde sale la ganancia de la empresa importadora, entonces?, descubre que la empresa que compra la banana, la que la transporta, la que la asegura, la que la comercializa, son “partes”, de una misma empresa, por lo tanto en cada operación los pagos se trasladan de un sector a otro de la misma sociedad, que formalmente tiene exiguas ganancias e incluso sus balances muestran pérdidas, y por eso reclaman exenciones impositivas, ya que además deben pagar los créditos que le otorga el área bancaria o financiera del holding.
Los países emergentes, coloniales y semicoloniales quedaron inmersos en este proceso como consumidores de manufacturas, exportadores de materias primas y alimentos y deudores de las potencias dominantes, por ende sometidos a los vaivenes del capitalismo, Argentina creció con su situación de sexto dominio de Gran Bretaña y entró en crisis con la decadencia del imperio británico a partir de la primera posguerra y especialmente del crack de 1930.
Europa sufrió dos guerras, la de 1914-1918 y la de 1939-1945, para resolver el conflicto de intereses imperialista entre las potencias tradicionales (Inglaterra, Francia, etc.) y las emergentes (Alemania e Italia) en la segunda se sumaron las dos potencias extraeuropeas (EE.UU y Japón).
La pérdida de influencia europea en el modelo de producción mundial paralelamente a la aparición de EE.UU como potencia hegemónica, enfrentada a la URSS, y más aún luego del colapso del “socialismo real” a fines del siglo pasado, no alteró este patrón, simplemente ocurrió que, ahora sí, con la crisis del petróleo de 1974 y la gigantesca masa de “petrodólares” que fueron a parar a los bancos de los países dominantes, obligó a estos a generar nuevas alternativas para asegurar la tasa de ganancia, Nixon pone fin al patrón oro y además liberaliza totalmente las transacciones financieras.
Roosevelt tenía claro que en la crisis de 1929 había una gran responsabilidad de los bancos y a través de la Ley Glass-Steagall de 1933 estableció una separación entre las actividades comerciales y la banca de inversión, por ejemplo el JP Morgan and Co. se dividió en Morgan Stanley como banca de inversión y JP Morgan como banca comercial.
En 1999 la ley Gramm-Leach-Bliley, bajo la administración Clinton, la deroga y esto dio lugar a un período de megafusiones. Los nuevos 6 bancos que concentraron la mayor parte de la actividad financiera aumentaron sus activos del 20% del PIB en 1997 al 60% en 2008.
Si bien la derogación fue el punto final de un largo proceso de erosión del control del capitalismo financiero, y, en opinión de otros su vigencia habría agudizado la crisis de 2008, significó que Morgan Stanley, Goldman Sachs, Wells Fargo, Citigroup, JP Morgan Chase y Bank of América concentraran ese inmenso poder económico, varios de ellos participaron del rescate de bancos de inversión como BearStearns (rescatado por JP Morgan) y Merril Lynch (rescatado por el Bank of América) y uno, el Citigroup fue objeto del mayor rescate de la historia por 476,2 billones de dólares por parte del gobierno de EE.UU.
He tratado en estas líneas de exponer que el origen del capitalismo financiero no es reciente, que es un proceso natural del desarrollo capitalista, que su concentración fue similar a la del capitalismo comercial primero e industrial después, los monopolios aparecen de la mano de la necesidad de inmensas inversiones para sostener el avance tecnológico y científico y que todo esto deriva en la concentración en pocas manos de la riqueza del mundo, a esos, escasísimos, por cierto, les fue a explicar Milei en Davos que estaban contribuyendo a expandir el comunismo, en fin.
No voy a avanzar en analizar en este trabajo cómo fue acompañando Argentina este proceso global (El capitalismo siempre fue global), como se insertó en la división internacional del trabajo ni como los cambios en ésta la llevaron a la muerte del modelo agroexportador y al no poder reemplazarlo por otro, agroindustrial, moderno y con alta inversión en tecnología, por la resistencia feroz de la oligarquía, que fue siempre el sector intermediario entre el país y las potencias, nos ha llevado a la inestabilidad permanente, me remito a anteriores trabajos incluidos en mi libro “Aportes y Debates” (1922)
La ahora llamada “casta política” es responsable de esto por haber sido o bien simples empleados del poder oligárquico o lo suficientemente mediocre e incapaz como para proponer y llevar adelante junto a las grandes mayorías un país diferente, durante estos 40 años de democracia, sin embargo no es responsable de la tragedia argentina, los responsables son los titiriteros, los que organizan corridas bancarias, desabastecimientos, evaden impuestos, remiten ganancias a paraísos fiscales, manejan los medios de comunicación, sus nombres figuran en el directorio de AEA, pero ellos no asumen la representación política para ello tienen peronistas como Menem, Manzano, Grosso, radicales como De la Rúa, Morales, Cornejo o De Loredo, oportunistas como Macri, y cuando todo eso exhibe su podredumbre inventan a un personaje como Milei al que construyen mediáticamente y luego le redactan las leyes en los estudios jurídicos de los grupos empresarios.
Lamentablemente en las últimas décadas hemos dejado el peronismo en manos de una visión de Buenos Aires, porteña y de los centros urbanos, progresista, socialdemócrata, atildada, pero mediocre y que en el fondo carece de identidad peronista, no comprende y no arraiga en la historia cultural Argentina, recordemos, sin ir más lejos la lamentable referencia del ex presidente Alberto Fernández sobre que “Los argentinos descendemos de los barcos” tirando por la borda siglos de cultura originaria y otros tantos del proceso de mestizaje.
Si en 1946 era lógico que el conurbano, donde se radicó el grueso de las plantas industriales y de la emigración provinciana le dieran su impronta y su lógica no solo al momento histórico sino al naciente peronismo, hoy esa realidad ha cambiado sin que tomáramos nota de ello.
Cristina Kirchner en 2008 cuando se produce el conflicto de la 125 primero ideologiza lo que era un conflicto de intereses y lo ideologiza mal, lo hace desde la visión setentista de la oligarquía ganadera de la Provincia de Buenos Aires, derivada entonces a la soja y entonces descalifica en conjunto a todo el sector agropecuario incluyendo a la “pampa gringa” de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos que tiene otra historia y características, provocando un divorcio y un rechazo que se mantiene intacto.
Ya desde la década de 1960 el campo había cambiado, entre la aparición de las novedades tecnológicas y la lenta dispersión de la vieja oligarquía ganadera como resultado de las divisiones hereditarias, si bien seguía siendo predomínante su modelo de producción en el sur de Córdoba, no lo era en el norte y menos en el este muy vinculado al modelo de Santa Fe.
No es un cuestionamiento personal a la ex presidenta, ella tenía una visión superada de la historia, pero en todo el elenco de gobierno y dirigencial ¿Nadie conocía la estructura real del sector agropecuario? O si la conocían ¿nadie se atrevió a advertirle que estaba errando?, ¿Nadie advirtió que se generaba un conflicto que puso en peligro la institucionalidad democrática y casi provoca la caída del gobierno?
Nadie advirtió que además el conflicto recaía en el sector exportador, o sea que generaba divisas, por ende una vez rechazada la ley, no satisfechos con ello comenzó un sistemático sabotaje almacenando los granos en silobolsas, evadiendo por Paraguay las cargas, o por Uruguay, donde ponían las sedes de las empresas.
No justifico ni mucho menos esa conducta, lo que hago es usar el ejemplo para demostrar cómo puede un desconocimiento de los cambios y movimientos del capitalismo conducir a un grave error que aún sigue trayendo consecuencias.
Enoja que cuando la dirigencia exhibe este nivel de desconocimiento, pusilanimidad u oportunismo luego cuestionen al pueblo porque desconoce o ignora las trayectorias de dirigentes del campo antinacional, es nuestra tarea como dirigentes, primero formarnos (tarea que no se detiene nunca) luego tener coraje y compromiso para enfrentar a propios o extraños cuando sus propuestas perjudiquen al conjunto, por error o deliberadamente, no es lo mismo ser leal que ser un obsecuente y finalmente estar permanentemente escuchando a nuestro pueblo para ver cómo, aplicando lo que hemos aprendido encontrar juntos los caminos y soluciones a los grandes problemas nacionales.
Es por todo eso que se me ocurrió titular este artículo con la famosa frase de Clinton pero reemplazando la palabra Economía (que usó él) por la palabra Historia. Pienso, como los griegos que ésta es la gran maestra de los pueblos, es de la experiencia de donde se corrigen los errores y se advierten los peligros, de donde se recuperan enseñanzas útiles para el presente, de dónde se visualiza mejor los desafíos del futuro y los caminos hacia el porvenir.
Bibliografía.-
1) Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”; T.III, “La Bella Época”, Edit. Continente; Buenos Aires; 2013.
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