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meridiano20

Debatir el pasado, actuar el presente, pensar el futuro

Por Omar Auton



“Somos soldados derrotados de una causa

Invencible”



Hace pocos día escuché esa frase en boca del Arzobispo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva y me quedó resonando, busqué su autor y sólo encontré un artículo de Víctor Codina (SJ) que la atribuye indistintamente al obispo poeta Pedro Casaldáliga y/o a Ernesto Cardenal y la explica como que “esperamos contra toda esperanza que la luz triunfará de las tinieblas, la justicia de la injusticia y la vida sobre la muerte” y cierra diciendo que “Tanto Pedro Casaldáliga como Ernesto Cardenal tienen razón”.

Es que alguna vez escuché que un verdadero militante es el que continúa luchando aun sin esperanzas de ver la victoria, sin sumir a quién se arriesgue a leer esto en la desesperanza, en momentos dónde muchos argentinos han sido ganados por la angustia, la desazón y la preocupación por el destino propio y de su familia y también de la patria ante el resultado de las recientes elecciones en Argentina, preocupación que, dicho sea de paso, ha ganado también el ánimo de muchos compatriotas de Latinoamérica que así me lo han hecho saber, siento que resume el sentimiento que debemos buscar y la certidumbre que hay que construir.

Aquellos que aquilatamos en nuestra vida militante más derrotas que victorias, que aprendimos en carne propia aquello que no hay victoria permanente ni derrota definitiva, inclusive no sólo por haber perdido una o varias elecciones sino por haber vivido restauraciones oligárquicas a través de sangrientos golpes de estado y además asumimos nuestra responsabilidad por los errores cometidos, las defecciones y las complicidades con las causas que nos han llevado a esta situación tenemos, al menos yo lo siento así, la obligación de convocar y dar los debates necesarios para remontar el fracaso y contribuir a hallar los caminos hacia la reconstrucción del peronismo, a reencontrar nuestras esencias, valores e identidad, a ser coherentes con aquello de que “El peronismo será revolucionario o no será”.

Hecho esto, nuestro pueblo decidirá si merecemos sumarnos a la gesta del camino a recorrer o bien deberemos dejar paso a las nuevas generaciones, ponernos a un costado y alentar a las y los nuevos dirigentes.

No me voy a detener demasiado en la historia de estos años de democracia, no por esconder nada “bajo el poncho” sino porque en decenas de artículos, recopilados en el libro “Aportes y Debates” que publicara este año, como en otros que se pueden encontrar en las redes, no he hecho otra cosa que manifestar mi visión de la “crónica de una muerte anunciada”, parafraseando a García Márquez, los síntomas del camino equivocado tomado y la inexorabilidad de una caída brutal si no se cambiaba el rumbo.

Es por ello que trataré de remarcar que muchas cosas, muchos hechos y factores expuestos hoy, con el diario del lunes en la mano, como causantes del vuelco del electorado, del enojo del mismo, del rechazo visceral por parte de un sector de nuestro pueblo que nos acompañó fiel, casi hasta el estoicismo, durante años, tiene causas, que nadie “se pegó un tiro en el pie” y si lo hizo fue por responsabilidad nuestra y es lamentable, da asco, leer los comentarios agraviantes, soberbios, de muchos “dirigentes” o “intelectuales” furiosos porque no nos acompañaran con su voto, en muchos casos por perder empleo públicos, ventajas editoriales, conchabos periodísticos, secretarias, autos oficiales y demás acomodos, aunque lo suficientemente cubiertos y protegidos para caminar por el desierto que nos espera, sin Moisés que nos guíe.

¿Es que hay que pasar horas en una biblioteca para comprender que luego de haber gobernado 17 de los 23 años de este siglo y tener un 50% de la población económicamente activa en la economía informal, un 40% de pobreza y miseria, una educación que ha fracasado en dar a nuestros hijos las capacidades para pensar y comprender, que lanza a jóvenes a la vida sin saber leer ni comprender un texto y apenas escribir, por miles, sin acceso a una vivienda, con alquileres impagables, viviendo en la inseguridad de nuestros barrios que nos lleva a salir o regresar a nuestra casa mirando para todos lados y en grupos por miedo al ser asaltados o cosas peores, con hospitales desmantelados, médicos y enfermeras con salarios lamentables, medicamentos inalcanzables y turnos inexistentes, nuestro compatriotas se hayan hartado de sus dirigentes?

¿Es que hay que bucear en el pensamiento filosófico para entender que no se puede ocultar que hay un abismo entre el modo de vida de nuestro pueblo y el de sus “dirigentes”, que se sabe que apenas ocupan un cargo se mudan a Puerto Madero u otros barrios cerrados que se multiplican en el conurbano a metros de la pobreza, el estancamiento y la desesperanza, que a muchos de ellos no se les conoce ocupación o profesión anterior y mucho menos militancia barrial, que se llega a los mayores cargos por portación de apellido o amiguismo, que encima ven como se pasean por restaurantes de lujo, playas del caribe o cruceros, con autos de alta gama y acompañados por jóvenes modelos. Que apenas dejan de ser diputados pasan a cargos ejecutivos o viceversa y así durante décadas, y que eso llenó de ira a los pobres, a los trabajadores que se desloman 10 o 12 horas de lunes a lunes y no llegan al 10 de cada mes

¿Es tan difícil de ver que cuando una persona ve morir día a día sus sueños, sin trabajo o changueando, luego tampoco los pueden alcanzar ni sus hijos ni sus nietos, chapaleando en el barro de la villa o de las calles rotas y abandonadas de los conurbanos, sin alumbrado, sin gas porque la garrafa es impagable, llevando a los hijos a los comedores? Cuando el pequeño comerciante se va achicando mes a mes porque no puede reponer mercadería y despide al pibe del vecino que lo “ayudaba”, el quiosco desaparece porque nadie compra un diario o una golosina y ni siquiera aspira a mandar al hijo a estudiar porque piensa que igual no va a tener salida, cuando se sueña con el hijo futbolista o la hija botinera como único futuro posible, un día la gente se pudra y con tal que los sinvergüenzas que nunca tienen los zapatos sucios de tierra se vayan votan a un estrafalario, con problemas de personalidad y que es un peligro para todos?

¿A nadie lo asombra que un dirigente peronista hable, sin que se le caiga la cara de vergüenza, de “empatizar con los pobres” asumiendo que no se los conoce, que no se es parte de ellos, que no se vive, se come, se sufre junto con ellos, como ellos? Que no hayamos podido encontrar un camino para poner en marcha la tan cacareada “salida de la exclusión a través del trabajo”, que sigamos hablando de “décadas ganadas” cuando nunca pudimos bajar de los 30 puntos de pobreza, la escuela secundaria se haya transformada en una herramienta para que los pibes no “caigan en la calle” y la primaria en un lugar para comer, ambos en un espacio de contención pero no de educación o formación y nos llenemos la boca hablando de las notebooks entregadas

Seguramente muchos van a salir a contestarme mencionando nombres de tal o cual dirigente o “referente” o agrupación o algún plan o programa “lamentablemente discontinuado”, eso demuestra lo correcto de lo hasta aquí afirmado, nadie va a poder mostrar una acción política sistemática, organizada y sostenida en estos 16 años que pueda mostrar resultados concretos, hemos olvidado aquellos apotegmas de “Mejor que decir es hacer” o “La política es un arte de mera realización”, como hemos olvidado en gran medida a su autor.

Sin embargo, remontando las internas salvajes entre dirigentes, las promesas incumplidas, la mediocridad exasperante de la gestión de gobierno, el desgaste de sus principales figuras, que obligó a llevar adelante una campaña electoral manteniendo ocultas y calladas a sus “principales exponentes”, el presidente y la vicepresidenta de la nación, la militancia salió a la calle, remontó una cuesta que parecía imposible, puso al candidato de Unión por la Patria en la segunda vuelta y logró que el 44% de los argentinos, más de 11 millones de compatriotas lo votaran, incluso se estuvo a apenas tres puntos de ganar en primera vuelta. Todo ello sin el entusiasmo, la alegría, la esperanza que supimos ver en nuestros militantes, se hizo con los dientes apretados, no nos unió el amor sino el espanto (Borges dixit) ante las consecuencias de una derrota, estamos en deuda con todos y cada uno de esos argentinos y argentinas.

Retomo la escritura de este trabajo en la mañana en que la Universidad Católica Argentina publica su medición de la pobreza y la miseria en el tercer trimestre y los guarismos, aterradores, señalan que llegan al 44,7% la primera (sin planes sociales llegaría al 50%) y a 9,6 la segunda, pero en la población que va de 0 a 17 años la pobreza afectó al 62,9 de los niños y niñas. El mismo día se publica las pruebas PISA sobre los resultados de la educación revelan que el 73% no alcanzó el nivel esperado en matemáticas y el 54% en lengua.

Seguramente muchos hipócritas y algunos bienintencionados van a salir a cuestionar estos asertos, para los segundos abro mis oídos, aunque adelanto que esas cifras se condicen con lo que escucho de decenas de padres y docentes del AMBA, respecto de sus hijos, para los primeros les contesto que hay que ser honestos, cuando gobernaba Macri se cansaban de subir posteos catastróficos en las redes, basados en estas fuentes, para demostrar el fracaso del gobierno de Cambiemos y ahora van a salir a decir que esas mediciones son equivocadas porque no les convienen sus resultados.

Pero para que el hartazgo llegue al máximo encuentro que el casi ex presidente, al que votamos en 2019, acaba de afirmar en un reportaje que los índices del Indec están equivocados porque “Los pobres subdeclaran sus ingresos para que no les saquen el plan” ya que “no se entiende el fenómeno de la pobreza en una economía en expansión” y que “quiere un ambiente menos nocivo que el argentino” para criar a su hijo Francisco. Solo se me ocurre pedir perdón a todos por la parte que me toca.

Sin embargo, vale la pena que analicemos también los argumentos más “serios” para explicar la aparición de una figura como Javier Milei, su crecimiento electoral que lo lleva a ser nuestro nuevo presidente constitucional, uno de ellos, refiere a la incidencia de las redes, en especial plataformas como Instagram y Tik Tok, su llegada a las jóvenes generaciones y el tipo de discurso que prima en esos espacios.

Al respecto cabe mencionar que hace décadas que la política ha adquirido un estilo farandulezco, esto es, hace rato que los partidos políticos han dejado de existir, son cáscaras vacías, no existen los equipos técnicos y profesionales que piensen los problemas del país, que sumen a su formación educativa la experiencia del territorio, del diálogo con la militancia barrial, escolar, universitaria, de la sala de primeros auxilios o el hospital municipal.

Hartos de trabajar en las campañas para luego ser descartados, sus propuestas abandonadas para gobernar desde un supuesto “pragmatismo” oportunista y sumiso, abandonaron los Consejos Técnico-Profesionales orgánicos y se dedicaron a las consultorías que al menos permiten parar la olla. Tampoco existen campañas de afiliación serias, ello implicaría ir a los barrios, hablar con la gente y sobre todo escucharla, cada agrupación maneja su “paquete” de fichas y los padrones son absolutamente ficticios, total nunca hay elecciones ni para elegir autoridades partidarias ni candidaturas.

A tal punto llega la corruptela que como las personerías nunca caducan, hay apoderados de viejos “sellos” partidarios que aprovechando que para presentar candidatos a las PASO o frentes electorales es necesario el respaldo de un partido político con personería, venden esos sellos al mejor postor, cobran el dinero que se otorga a los partidos y si te he visto no me acuerdo.

Todo empezó con la televisión, lo que el filósofo Biung Chul Han, ha denominado la “mediocracia” o gobierno de los medios, dice “La mediocracia es al mismo tiempo una teatrocracia. La política se agota en las escenificaciones en los medios de masas. En el apogeo de la mediocracia, el actor Ronald Reagan es elegido presidente de EE.UU. En los debates televisivos entre contrincantes lo que cuenta ahora no son los argumentos, sino la performance. El tiempo de intervención de los candidatos presidenciales también se acorta de forma radical. El estilo de oratoria cambia. Quien ofrezca un mejor espectáculo ganará las elecciones. El discurso degenera en espectáculo y publicidad. Los contenidos políticos tienen cada vez menos importancia. La política pierde toda sustancia y se agota en una política telecrática de imágenes” (“Infocracia”, Byung Chul Han; Edit. Taurus; 2021).

Consideremos que se analiza un fenómeno de los años 70, anterior a internet y a las aplicaciones, pero que ya exhibe una deriva de la política que alcanzará su paroxismo con la “infocracia”, por lo que no deja de asombrar cuando los políticos se asombran hoy ante este cambio, ellos se quedaron en una etapa anterior, hacen política como la hicieron en los años 80 y 90, pero la falta de contenidos, la difuminación de identidades y pertenencias ideológicas o doctrinarias viene desde hace décadas, es la conditio sine qua non sería posible abrazar el pragmatismo oportunista que lleva a que el pueblo piense, con razón, que gane quien gane nada va a cambiar, que “son todos iguales”, que quieren “llegar arriba para llenarse los bolsillos” en resumen que conforman una “casta” que es la culpable de todas sus desdichas. Si hasta la mismísima dirigencia cuando habla de sí misma habla de la “clase política”.

La política se ha transformado en una profesión rentable para aquellos que buscan asegurar su pasar personal, se pensaba antes, ahora se amplía al pasar personal de hijos, yernos, nueras y demás generaciones, tanto así que mucha gente se pregunta de qué viven cientos de dirigentes que carecen de un curriculum vitae mostrable en términos de empleos, formación, experiencia laboral y de gestión, paralelos a su militancia y compromiso político, es más, hay generaciones que aún viven y recuerdan que ellos “ponían plata” para alquilar locales, editar volantes o folletos en lugar de vivir de la política aunque muchos no lo crean y no fue hace demasiado tiempo.

(Continuará)

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