Por Omar Auton
“Somos un país porque no pudimos ser una
Nación y fuimos argentinos porque fraca-
samos en ser latinoamericanos” Jorge A.
Ramos. (1)
Hace muchos años leí esa frase del “Colorado” Ramos y fue como el mentado “eureka” de Arquímedes, encerraba la llave para desandar mucho de lo aprendido y repensar los problemas desde un lugar diametralmente diferente. Había que repensar términos usados comúnmente como Nación, nada más y nada menos. Comenzaron a aparecer otras categorías, otras palabras.
Recientemente, un trabajo del compañero y amigo Mario Casalla, hablando del concepto de "Liberación" nos lleva a reinterpretar otras cuestiones, nos dice: “Lo primero es señalar las diferencias básicas con la Filosofía y las ciencias sociales europeas, en la comprensión de estos procesos. Las categorías que allá prevalecen aún son las de Individuo y Sociedad Civil (con variaciones según los casos y las épocas) y no las de Pueblo y Comunidad que nosotros usamos desde el nacimiento de la Filosofía de la Liberación…Más aún la noción de Pueblo es explícitamente rechazada por la mayoría de las ciencias sociales eurocéntricas…Dicho esto surge la necesidad de traer otro concepto que destaca aún más el proceso de Liberación: el de Dependencia, no se trata tan sólo de dependencia política y económica, sino fundamentalmente HUMANA Y CULTURAL, de primer orden” (2).
Señala, además la muy oportuna síntesis acuñada por el Papa polaco Juan Pablo II en su encíclica Centesimus Annus “La liberación es de todo el hombre y de todos los hombres", señalando con mucho énfasis este carácter holístico, es decir integral de la Dependencia.
Si buscamos la definición de “país” veremos que designa un territorio con características geográficas o culturales propias, que pueden constituir o no un Estado soberano.
El concepto de Nación, que aparece en el siglo XVIII es otra cosa, implica la existencia de personas de un mismo origen, que generalmente hablan un idioma en común y tienen una tradición común, individuos ligados por vínculos históricos y culturales que los llevan a una voluntad de organizarse en base a una identidad común, pero aquí aparece la idea de soberanía, en términos de disponer de la autonomía necesaria para constituirla.
Es claro que Iberoamérica reúne todas esas características, idiomáticas, una cultura mestiza derivada de la fusión de las tradiciones españolas y portuguesas con las de los pueblos americanos, incluso en lo religioso, sentido de pertenencia heredado de nuestros ancestros que llevaron la consigna de “La Unidad Americana” desde San Martín, Bolívar y Morazán hasta Felipe Varela, desde Ugarte y Perón a Vasconcelos y Herrera, sin embargo el “fracaso” del que hablaba Ramos y que llevó a la aparición de “países” se explica por la injerencia del imperialismo anglosajón y la Dependencia, en los términos que plantea Casalla.
No olvidemos que recién en 1640 Portugal se separó de España, fruto de la influencia británica en la corte lusitana y que desde ese momento actuó en muchos momentos como un satélite de Gran Bretaña. Desde 1580 hasta ese año la Casa de Austria gobernó la península ininterrumpidamente.
Esto significa que cuando hablamos de Iberoamérica no es un error o un concepto que fuerza la verdad histórica, ya que gran parte del período colonial se llevó adelante bajo una misma corona.
Es que ha sido tan profunda la política de ocultamiento de la verdad histórica que nos obliga hasta a repensar los términos, el lenguaje, las propias categorías que usamos para no caer en la visión colonial.
En este sentido solemos analizar las corrientes de pensamiento e historiográficas dando una idea de continuidad y “seriedad” a la construcción del mitrismo en historia, aunque ellos mismos se autodefinan como la línea “Mayo-Caseros” y uno podría prolongarla en el tiempo como “Rivadavia-Caseros-Mitre-Justo-Aramburu/Rojas-Videla” y digo esto porque hemos aceptado mansamente que Mayo les pertenece, cuando es absolutamente falso.
Hay una coincidencia entre la línea colonial y cierto pensamiento nacionalista clerical en definir a los revolucionarios de mayo como liberales y pro ingleses y esto es mentira, el liberalismo de fines del siglo XVIII, es el de las revoluciones burguesas europeas, se desembaraza de las monarquías absolutas y construye en Francia e Inglaterra sus estados nacionales, las ideas liberales eran las de rechazar la nobleza y sus prebendas, consagrar la libertad del hombre y enfrentarse, es cierto, con el papado y la iglesia que hasta la paz de Westfaliana habían desangrado a Europa en las guerras de religión.
Sin embargo, si bien estas ideas habían llegado a los centros de estudios donde se formaron algunos de los revolucionarios, ya mencionamos en un artículo anterior que con anterioridad había una escuela española en esta materia que inclusive alentaba la existencia de un Derecho de Indias, rechazaba la esclavitud, denunciaba la explotación de la mita y el yanaconazgo y planteaba la igualdad entre los españoles europeos y los de los “territorios de ultramar”.
No podemos separar los sucesos de la semana de mayo de lo que ocurría en la península, la “Junta Popular” o “Primera Junta” repetía el modelo de las juntas que en España se formaban rechazando la claudicación de Carlos IV en Bayona, que organizaron la resistencia a la invasión napoleónica y desembocaron en la Constitución de Cádiz de 1812 que entre otras cosas consagraba una monarquía limitada, el poder legislativo mediante Cortes por elección, y el poder judicial independiente. En la elección de los diputados al congreso aparece, por primera vez el Estado llano junto a la nobleza y los militares.
Todo esto se realizaba reivindicando a Fernando VII pese a que también había abdicado, por lo que afirmar que lo del cabildo porteño se hizo bajo “la farsa de Fernando VII” es una mentira, incluso estos territorios habían enviado diputados a Cádiz, José Antonio Fernández por el Virreinato del Río de la Plata, Fernández de Leiva por Chile, Vicente Morales Suárez y Dionisio Inca Yupanqui por el Virreinato del Perú (quien acuñara la famosa frase “Un pueblo que oprime a otro, no merece ser libre” que luego usara Carlos Marx), entre otros.
Nuestras guerras de “independencia” no fueron tales hasta 1816, en ambos ejércitos había españoles y americanos, pero vencido Napoleón por los ejércitos de la Santa Alianza, repuesto Fernando VII en el trono, este desconoce la Constitución de Cádiz, persigue y encarcela a sus autores, liquida las Juntas Populares y los derechos comunales y reinstala la monarquía absoluta. España no tendría su revolución burguesa, ya había fracasado Don Juan de Padilla en Villalar, dos siglos antes, ahora Inglaterra se convertía en la primera potencia mundial y con Francia debilitada no quería rivales.
Es por eso que San Martín abandona su carrera militar en la península y regresa para ponerse a la cabeza de la revolución americana, no lo convocó su “patriotismo argentino” Argentina no existía, aún estaba vigente el sueño americano, ya se encargarían las corruptas y traidoras burguesías portuarias de Buenos Aires y Lima de destruir el proyecto Bolivariano y de Don José, Rivadavia de consolidar la influencia británica en el Río de la Plata y todo ello consagrado en la historia falseada que nos legara Bartolomé Mitre y que aún es materia de estudio en nuestros tres ciclos de educación.
Por eso Mayo nos pertenece, fue una gesta nacional y popular, si luego aparecieron los intereses portuarios, que venían aliados a Inglaterra desde las invasiones de 1806 y 1807, los enfrentamientos internos entre sectores etc, ello forma parte de nuestra tragedia, merece ser estudiado y analizado pero no debemos permitir que sea tergiversado y nos lo escamoteen.
Por eso hablamos de San Martín y Bolívar como patriotas americanos, denunciamos que en Guayaquil no se encontraron un hombre noble y sin ambiciones personales (San Martín) y un ambicioso que quería ser emperador (Bolívar), se encontraron un hombre que había sido abandonado por Buenos Aires desde que se negó a traer su ejército de los Andes para combatir a Artigas, como le habían ordenado y marchó a Chile, desde ese momento no recibió ni un peso, ni un caballo o cañón, ni un soldado, fue traicionado por Buenos Aires y entonces cede el comando de las fuerzas unificadas a Bolívar.
Nuestros granaderos no se volvieron, lucharon a las órdenes de Sucre en el resto de la campaña y en la batalla de Ayacucho, triunfaron y a su regreso fueron obligados a entrar de noche en Buenos Aires, ni siquiera fueron homenajeados ni cobraron los sueldos que les adeudaban, se actuó con ellos igual que un siglo después se hizo con nuestros héroes de Malvinas, no es casualidad, esa es la línea colonial de nuestra historia.
La línea histórica nacional.
En lo que voy a exponer en las siguientes líneas lejos estoy de querer agotar o definir quienes son los buenos y los malos, los probos y los réprobos, todo lo contrario, como ya lo he expresado creo estamos muy crecidos para escribir un nuevo Billiken (3), la vida real es mas confusa, contradictoria, que los manuales de historia, las mujeres y hombres actúan condicionados por su tiempo, su tierra y sus personalidades, por eso muchos de ellos se van a mostrar decididos y valientes en ciertos momentos y aparezcan dudosos o claudicantes en otros momentos, pero son nuestros siempre, o acaso hay algún ser humano en esta tierra que pueda aquilatar una absoluta impolutez toda su vida, y si lo hay libradnos de el/ella.
Hay ciertamente íconos, figuras que se destacan por una coherencia asombrosa en la traición como Manuel José García un agente británico que fue embajador argentino en el Brasil y tramó la independencia del Uruguay, pero hete aquí que fue también Ministro de hacienda de Juan Manuel de Rosas y fue activo promotor del empréstito con la Bahring Brothers junto a Rivadavia, que hacemos, esto vuelve a Don Juan Manuel un traidor o un agente inglés?
Hace años el cantautor catalán Joan Manuel Serrat cantaba “Te indican un camino/ te marcan un sendero/ te dicen lo que es malo/y lo que es bueno, pero/ ni los vientos son cuatro/ ni siete los colores/ y los zarzales crecen junto con las flores”, es hora que superemos la dicotomía entre héroes y villanos, en la que ya no insiste ni Hollywood y tengamos el valor de reestudiar nuestra historia sin anteojeras.
Ya hemos visto que existe a lo largo del siglo XIX una fuerte corriente americanista, la vimos en Belgrano, San Martín, Artigas, Bolívar, en Felipe Varela y los caudillos federales, el propio Rosas negándose a reconocer la independencia de Bolivia, los hermanos Hernández y el criollaje negándose a ser parte del genocidio del pueblo paraguayo, Morazán y tantos otros americanos. Mencionamos también que Manuel Ugarte es un poco el nexo entre ese americanismo y el siglo XX, intentando unir las banderas de la unidad de hispanoamerica con las de los derechos del los pueblos, las luchas sociales, imbuido del pensamiento socialista al que reclama “situarlo” es decir interpretarlo a partir de nuestra historia e identidad, habla de unir nacionalismo (Antiimperialismo) y socialismo, lo que lo llevó a enfrentar el socialismo colonial y positivista de Juan B. Justo y Nicolás Repetto y en consecuencia a ser expulsado del partido junto a Palacios e Ingenieros, estos últimos dejaron atrás sus rebeldías, volvieron al partido. Ugarte no renunció nunca y por ello fue condenado al silencio, se ocultó su obra y su figura, la historia mitrista, manual de cabecera de la izquierda colonial desde aquel Partido Socialista y el Partido Comunista, se encargó de ello. El nacionalismo clerical de cierto revisionismo tampoco le perdonó sus ideas.
La llamada Generación del 900 surge como reacción contra el positivismo dominante en la del 80, estos, formados en las ideas de Comte, creían en el progreso indefinido, trasladaban las ideas de Darwin a lo social y estas ideas se expandieron tanto en América que la bandera de Brasil aún lleva el lema de “Orden y Progreso” acuñado por aquel. Eran las ideas fruto del crecimiento y bonanza de la expansión capitalista en Europa que no se interrumpiría hasta la conflagración de 1914.
En su adopción en América surgían algunos problemas, aquí no había verdaderas Naciones, fruto de las revoluciones que habían aniquilado el atraso y permitido el gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo del viejo mundo, había “países” y todos ellos ordenados en base al tutelaje de las potencias dominantes, explicado por Carlos Bunge e Ingenieros en base a las teorías darwinianas del predominio del mas fuerte.(4)
Nuestro país vivía la prosperidad de la factoría pampeana que parecía inacabable, en Buenos Aires aparecían los teatros y el alumbrado público, surgían grandes edificios y mansiones palaciegas, hasta en 1913 aparecería el primer tren subterráneo.
En el roquismo se expresaba lo mejor de la generación de Paraná, desde Pellegrini hasta Hernández, desde Osvaldo Magnasco a Bialet Massé, pero habían llegado tarde y sucumbieron frente a la oligarquía, no voy a profundizar en esto ya que lo he desarrollado en otro trabajo (5) solo diré que no se les puede criticar no haber advertido que el capitalismo iniciaba su fase imperialista, ni Marx lo advirtió y por eso aplaudió el sometimiento de la India a Gran Bretaña o la invasión de EE.UU a México afirmando que destruirían las formas primitivas de producción e incorporarían esos territorios y sus poblaciones al capitalismo, cosa que Lenin desmintió muy claramente, Marx no podía evitar su impronta europea, era un brillante pensador situado solo que pensaba y escribía desde la visión de su tierra.
En la reacción contra ese liberalismo, que unificaba la moneda y eliminaba las aduanas interiores, que creaba el ejército nacional y organizaba con la ley 1420 un sistema educativo que “nacionalizaría” varias generaciones de hijos de inmigrantes, que ensayaba formas de proteccionismo industrial pero carecía de una clase burguesa que hiciera las tareas que había hecho en Europa, comienza a aparecer un grupo de hombres que denuncia la pérdida o el retroceso de nuestra identidad, de esos esquemas de valores y formas de vida que si ya habían desaparecido hace rato en la cosmopolita y fenicia (diría Ramos) ciudad de Buenos Aires, subsistía en las provincias tanto en el pueblo llano como en parte de sus grupos intelectuales.
En el Colegio Nacional de Rosario, por ejemplo, coinciden Amadeo Sabattini, Florencio Sanguinetti y Saúl Taborda, en los cafés y cenáculos era común encontrar a Manuel Gálvez, llevados por sus inquietudes literarias se vinculan con Lugones y Ghiraldo. Coriolano Alberini (futuro coorganizador del Congreso de Filosofía de 1949) en Buenos Aires y Martínez Villada en Tucumán comienzan a denunciar el positivismo dominante y hasta aparecen los primeros intentos de revisionismo histórico con tres obras, el “Quiroga” de David Peña (1906), “La Restauración Nacionalista” de Ricardo Rojas (1909) y “El Diario de Gabriel Quiroga” Manuel Gálvez (1910).
En las provincias se veía la desaparición de las viejas casonas tradicionales y aparecían los primeros edificios de departamentos, la inmigración también llegaba con sus lenguaje “cocoliche”, ese dolor se expresaba en el Don Zoilo de “Barranca Abajo” de Florencio Sánchez, la frase de Saúl Taborda en “Julián Vargas” “ Hay que crear este arte con el viento de la pampa; hay que quemarlo con el sol americano; hay que cortar sus llagas con el filo del arado” expresa esta reacción, por ahora solo en el terreno literario, que coincidía con la obra de Uslar Pietri, Rómulo Gallegos o Ciro Alegría en el resto de Latinoamérica.
Las nuevas clases medias, hijas del inmigrante y de las nuevas actividades propias del bienestar de la factoría que estaba en su mejor hora, docentes, profesores, empleados bancarios, de seguros o de las firmas exportadoras, nuevos profesionales (ya que muchos habían accedido a las universidades) comienzan a reclamar su lugar, piden acceso a los cargos políticos, a los empleos del estado tanto nacional como provincial y municipal, esto se expresaría con Hipólito Yrigoyen y la Ley Sáenz Peña terminaría con los gobiernos de las minorías oligárquicas y abriría paso al voto universal (aún no para la mujer), ello conmovería también los claustros universitarios que seguían encerrados en los viejos dogmas y categorías o directamente en manos de los sectores eclesiásticos mas reaccionarios, esto estallaría en la Reforma Universitaria de 1918.
La particularidad de este movimiento es que retoma las banderas del latinoamericanismo y además salió de las fronteras de Argentina para extenderse como reguero de pólvora hasta el Río Bravo. Las mismas limitaciones del Yrigoyenismo harían que declinara y a partir del gobierno de Alvear cediera ante la reacción conservadora, tanto que uno de sus cuadros mas brillantes, Deodoro Roca terminaría apoyando el golpe de 1930, al igual que Lugones, sin embargo lejos de extinguirse dejaría muchas de las semillas que fructificarían mas tarde.
Bibliografía.
1) “Revolución y Contrarrevolución en Argentina”; T 2 “Las Masas y las Lanzas”; Jorge Abelardo Ramos; Editorial Plus Ultra; Buenos Aires 1972
2)”Sobre el Concepto de Pueblo: Un apunte al correr del Teclado”; Mario Casalla; Cuadernos de Asofil n.º 16; Buenos Aires; 2022.
3) Billiken; Revista fundada por Constancio C. Vigil el 17 de noviembre de 1919 y que fuera material de lectura para millones de niños en toda América.
4)”El futuro del Trabajo o el futuro de la Patria”; Omar Auton; Revista Escenarios N.º 53 ; Buenos Aires, Diciembre 2021
5)”Roca y La Generación del 80”; Omar Auton, Revista Escenarios N.º 25 ;Buenos Aires, Abril de 2021
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