Por Omar Auton
Prosiguiendo con este continuo de artículos que busca, simplemente, recordar a los desmemoriados e informar a los desinformados que existe un pensamiento nacional y latinoamericano, que no se trata de dos o tres autores aislados, que además reconoce influencias de otras latitudes, por lo general de autores o pensadores que “llamativamente” son silenciados en las cátedras “oficiales” del pensamiento colonial y que no se trata de un ímpetu nostálgico sino la convicción que es ahí donde podemos encontrar valores, criterios e información para comprender mejor la realidad actual y desde ahí construir caminos que nos saquen del atraso y la decadencia, vamos con algunas nuevas reflexiones.
Si un desequilibrado, pero instrumento claro de la estrategia colonial, puede decir que hay que llevar adelante el pensamiento de un economista que nació en 1899 y fue Nobel de Economía en 1974 y eso es presentado como “lo nuevo”, porque no podemos rescatar las ideas de quiénes son contemporáneos de aquel, e incluso mas jóvenes, pero su pensamiento no nació en la Austria posthitleriana y amenazada por el avance de la URSS “Staliniana”, sino en nuestro continente?
Me sorprende escuchar hablar de incertidumbre, de desilusión, de “no hay futuro” en mujeres y hombres que declaman ser del campo popular, puedo aceptar que sea un diagnóstico de la situación de vastos sectores de la comunidad nacional, especialmente jóvenes o trabajadores desocupados, pero que lo diga un dirigente político y agregue “es comprensible” o “es lógico”, sin siquiera intentar no solo una explicación de porque vivimos los tiempos actuales o tratar de proponer una salida, es inaceptable.
Digamos también que resulta inaceptable que dirigentes que han sido votados para poner en marcha un camino de reconstrucción de la patria, por ende de salida del desánimo, lleven dos años y medio en un conventillo lamentable, irresponsable y vergonzoso, alimentando el desánimo de los sectores populares e incluso de la militancia mas joven y menos curtida.
Hace tiempo que la autodenominada “clase política” da señales inequívocas de su agotamiento y esterilidad, cuando se habla de una “casta” este adjetivo pega en la gente porque realmente los visualiza como un sector que tiene intereses propios, de poder, de figuración, económicos, cuyas discusiones son absolutamente ajenas a la realidad de la calle y a las necesidades populares.
Cuando un sector se autodefine como “clase” se autodefine como un grupo de personas que tiene un espacio propio dentro de un sistema económico y social, esto implica intereses, objetivos y demandas diferentes al resto de la sociedad, por ende si la dirigencia se asume como “clase política” reconoce que esta ahí para defender esos intereses, objetivos y demandas, sin importar los de el pueblo en general, pese a que necesita sus votos.
De ahí que no solo se aferre a sus espacios sino que busca incorporar a sus hijos, familiares, allegados y amigos, a esto se lo denomina clientelismo y deriva en otra forma patológica de la democracia el “patrimonialismo”, esto es asumir el Estado y la administración pública como un patrimonio de la fuerza política triunfante en las elecciones y designar en todos los cargos a sus incondicionales para “pagar” los esfuerzos de campaña o lealtades.
Esto ocurre cuando un país carece de conducción política, de estadistas y solo exhibe liderazgos de grupos, sectores o bandas, que como las barras bravas del fútbol dirimen espacios y ventajas por cualquier medio, se tiran muertos sobre la mesa para obtener ventajas efímeras, celebradas por sus seguidores, mientras el pueblo observa atónito y con enojo creciente tanta “maldad insolente”.
Claro que esto no es un mal argentino, EE.UU recién en épocas de Clinton terminó mas de un siglo de lucha contra ese “patrimonialismo” y en numerosos países sigue siendo moneda común que cuando un partido asume el gobierno despida no solo a todos los funcionarios del gobierno anterior sino incluso a trabajadores públicos que hayan tenido la desgracia de ingresar en los años de ese gobierno. Lo hizo Macri entre 2016 y 2019, por ejemplo.
No quisiera repetir cosas que he escrito una y otra vez en trabajos anteriores, sobre las características de la democracia recuperada en 1983, condicionada y limitada desde un comienzo por la herencia de destrucción no solo del aparato productivo sino de las formas de convivencia y organización de la comunidad argentina llevada a cabo por Martínez de Hoz y sus Chicago Boys, no es casualidad que Alfonsín haya abandonado el poder antes de tiempo en 1989 y De la Rúa en 2001, que Menem se haya ido en medio de un rechazo generalizado y gran parte de sus funcionarios sean hoy funcionarios de Macri y su fuerza política, sustentando sin ponerse colorados planes de gobierno lisa y llanamente antiperonistas para no usar epítetos mas agraviantes, que Duhalde y los restos de su fuerza política en la Pcia. de Buenos Aires sean los organizadores de las estructuras territoriales del macrismo, que el kirchnerismo siga embanderado en una revolución que nunca hizo, mas allá de muchas cosas positivas de sus tres gestiones, y ocultando que no modificó uno sólo de los problemas estructurales de la economía argentina.
No es casual que la UCR mantenga la claudicación permanente de toda representación de los intereses populares, que inició con Alvear poco después del golpe de 1930, es que su estructura se sostiene a partir de asegurar empleo permanente en concejalías, asesorías, gobernaciones, cargos judiciales, diputados, senadores, legisladores provinciales, con sus sueldos y gastos de representaciones, nombramientos de colaboradores, etc, son su única razón para permanecer como fuerza política y es lo único que los une.
Tampoco debe sorprender que haya dos generaciones de compañeros que han llegado a la política sin experiencia alguna no solo de gestión sino de construcción de poder, nunca ensuciaron sus zapatos con la tierra o el agua estancada de las zonas alejadas de los barrios mas acomodados, si el funcionario que los lleva a al gobierno se va, buscan rápidamente conchabo en otra área del Estado, pueden pasar de un área de salud a una de relaciones exteriores sin ponerse colorados. Es muy difícil sentir que uno tiene un mandato, que lo suyo es asumir una representación colectiva cuando la política se transforma en una carrera o empleo, individual.
No es casual que no solo, como dije antes, dos gobiernos no hayan llegado al final sino que casi todos lo hayan hecho “con muletas”, con la democracia liberal no se come, no se cura ni se educa, por otra parte ya esta agotada y no tiene respuestas porque es una herencia del siglo XVIII pero sin revoluciones ni estados nacionales consolidados como en sus tierras originarias.
Entonces, la salida es por Ezeiza?
De ninguna manera, en primer lugar porque nunca lo fue, antes y hoy los emigrantes son los que tienen una especialización profesional muy demandada y además buen manejo de idiomas, para destinos bien pagados y un sinnúmero,de profesionales o no, que van a hacer tareas menores o mal pagadas, que jamás aceptarían llevar a cabo en nuestro país pero que con tal de vivir en el “primer mundo” lo hacen aunque sea precarizados y conviviendo en un mismo departamento con otros inmigrantes, eso sí, cada tanto escriben a sus familiares y amigos contando lo diferente que es vivir en países serios.
En segundo término la salida no es esa porque la realidad mundial indica que Argentina por sus potencialidades en la producción de alimentos, petróleo, gas, litio y otros insumos, además de la creciente aparición de desarrollos como en software, biotecnología, desarrollo nuclear, satelital, etc, tiene grandes posibilidades de ser un jugador de primer nivel en el concierto de la multipolaridad naciente.
Y aquí volveríamos a aquella famosa frase de “Que buen vasallo sería, si buen señor tuviera”, pero sería un grave error ponernos a buscar el “líder carismático” que nos saque del pantano y encamine a la patria a su destino de grandeza, esos líderes existen solamente en la sociología colonial que reduce a un hecho cuasi mágico, los contenidos profundos de los movimientos nacionales en los países dependientes y el significado de sus conductores como expresión de la construcción colectiva e histórica de esos pueblos y no como demiurgos de esos procesos, aunque parezca redundante para algunos y sacrílego para otros el 17 de octubre de 1945 el pueblo “creó” al peronismo y delegó en Perón la continuidad de las realizaciones y no al revés.
Pero ello ocurre cuando esos hombres, como supo serlo también Yrigoyen, encarnan y expresan la construcción cultural de sus pueblos a lo largo de su historia. La lucha de los caudillos federales por un país que integrara a las diferentes provincias y regiones, al unirse con los reclamos de la clase media emergente de los procesos migratorios por los derechos políticos universales “encontró” su conducción en Hipólito Yrigoyen, luego, el naciente proletariado industrial le agregó la demanda de su reconocimiento y los derechos sociales y económicos y lo encarnó en Juan Domingo Perón.
Por ende es imprescindible que conozcamos profundamente el pensamiento y la obra de quienes nos precedieron en la larga lucha por la liberación nacional y como ese destino solo se logrará a través de la reconstrucción de la unidad americana y además eso fue precisamente el rumbo que nos marcaron desde San Martín y Bolívar, la obra que debe ser objetivo de las nuevas generaciones es la de las mujeres y hombres que signaron mas de 200 años de lucha irrenunciable.
Los procesos históricos no nacen de un huevo, solo se explican en la concatenación de momentos, de avances y retrocesos en la vida de los pueblos, por ello es imposible explicar el presente o hallar los caminos para superar los momentos de desconcierto u oscuridad sin conocer profundamente esos procesos, las fuerzas en pugna, sus distintas expresiones y su evolución.
Los que nos convidan a “no hablar del pasado”, es porque medran de nuestra ignorancia, los que nos invitan a “Mirar lo que pasa en los países mas avanzados” es porque nos quieren vender las viejas recetas de la dependencia y el sometimiento, ninguno de esos países “avanzados” llegó a eso negando o desconociendo su historia o copiando modelos de otros lados. Los EE.UU llegaron a ser lo que son porque siguieron a Federico Liszt o Alejandro Hamilton los teóricos del proteccionismo burgués y no a Adam Smith, asi se los aclaró Ulises Grant cuando siendo presidente y ante el reclamo de Inglaterra por el proteccionismo norteamericano, preguntado cuando se iba a abrir al libre comercio respondió “Cuando seamos tan poderosos como son ustedes”.
Es por eso que tenemos que conocer el pensamiento económico de Manuel Belgrano y también que su idea de implantar una monarquía con un descendiente de los incas o luego con un miembro de la familia real española, abandonada rápidamente luego de la “Farsa de Bayona” donde los borbones declinan su reinado en José Bonaparte, no se originaban en que fuera “monárquico” sino en que anhelaba mantener la unidad de las provincias “de ultramar”, al igual que Bolivar y San Martín, sin importarle demasiado las “formas” políticas de organización.
Seria bueno redescubrir que la industria metalúrgica nace con el fraile Aldao en Mendoza cuando manda a fundir las campanas de las iglesias para fabricar armas para el ejército de los Andes y que San Martín, antes de Von der Goltz, llevó adelante la idea de “El pueblo en armas”, imponiendo tributos a las familias patricias y movilizando al pueblo mendocino para encarar la guerra de liberación americana.
Cuando los radicales declaman la importancia de la reforma Universitaria de 1918, habría que preguntarle porque borraron de su historia a Deodoro Roca y Saúl Taborda, autores de los llamados “Manifiestos Liminares”, los dos textos que fundamentan el movimiento reformista y que le dieron alcance americano al mismo. El segundo, en especial, escrito en su totalidad por Taborda declara la voluntad de cumplir junto a esa generación “La misión de elaborar el futuro de nuestra América Latina hasta su completa realización” y proponía la creación de la Universidad Latinoamericana, expresando la continuidad del pensamiento americanista del siglo XIX enlazado al XX por la obra de otro insigne desconocido, el mas grande de todos, quizás, Manuel Ugarte.
La oligarquía reaccionaria y la partidocracia infame de la UCR, el Partido Socialista, El Partido Conservador, el partido Comunista, etc, dejaron morir en la cárcel sin atención médica ni alimentación, a sus 74 años, al General Juan Pistarini que desarrolló una obra monumental como ministro de Perón, dejaron morir pobre y enfermo a Ramón Carrillo en su exilio de Brasil, encerraron y torturaron a un artista como Hugo del Carril, destruyeron la carrera de una deportista como Mary Terán de Weiss, como se puede, entonces, querer volver a poner en marcha un proceso de autonomía nacional y unidad latinoamericana si no recuperamos la memoria, elemento central de la identidad y por ende de la cultura nacional.
Ponerse a leer en medio del cambalache nacional?
Y, si, no hay otro camino. Nadie que inicie un tratamiento de psicoanálisis se asombra de comenzar a revisar su vida, desde la infancia, buscando los hechos, los sucesos que puedan haber dejado su marca en nuestra personalidad y realidad actual. Sin embargo cuando proponemos hacer lo propio para hallar en nuestra historia, la del país, buscando encontrar esos elementos constitutivos, esos hechos determinantes, reconociendo los relatos facciosos y los ocultamientos interesados, esas mismas personas pueden mirarnos y responder, “Pero a mi no me gusta leer” o “No me gusta la historia”, o “Hoy nadie lee libros, la gente se informa por las apps”, en este último caso, para peor, si uno les pregunta: Quienes construyen los contenidos de las aplicaciones que vos seguís?, lo mas probable es que nos miren incrédulos.
Tampoco se trata de salir como Diógenes con una linterna en medio de la oscuridad absoluta, hay una larga historia de maestros y obras, muchas de ellas, incluso, están en aplicaciones, es mas si se busca en Google “Revisionismo histórico” vamos a encontrar aportes, mas allá del disparate de incluir en él al “Negacionismo del Holocausto” (sic), pero hace falta asumir varios trabajos, uno es dar la lucha en los Ministerios de Educación para revisar los contenidos de los planes de estudio. Llamativamente discutimos permanentemente las “formas” de la educación, los años de los ciclos lectivos, las formas de enseñar lengua o matemáticas pero hace años que no hay un verdadero congreso pedagógico para debatir los contenidos de la educación (Saúl Taborda tiene una obra excelente en la materia, escrita hace un siglo).
Otro es hacer lo propio en las Universidades Nacionales, especialmente en la de Buenos Aires que es la nave insignia del colonialismo educativo y marca el rumbo de las mas tradicionales, las “Cátedras nacionales” de los años 60 es un buen ejemplo a seguir, otro exigir que la tan mentada “libertad de cátedra” reconozca las distintas corrientes de pensamiento, si en Economía los titulares de cátedra son Espert, Melconian y Pratt Gay, la libertad de cátedra se transforma en una mueca de burla.
Me permito sugerir que los distintos institutos de investigaciones históricas existentes coordinen sus acciones, tengan un espacio de reflexión común y sean capaces de superar el narcisismo, el sectarismo, convoquen a los jóvenes que hoy, en número importante por cierto, están encarando trabajos de estudios históricos en distintas facultades, universidades e instituciones, a fin de asegurar el adecuado transvasamiento generacional y que además esos jóvenes hagan su aporte en materia del lenguaje e instrumentos mas adecuados para llegar a las nuevas generaciones.
Hace unos años se creó el Instituto Dorrego, ahí se reunieron historiadores y difusores de la historia, que son cosas diferentes, que a poco de andar ya se habían dividido en dos o tres bandos enfrentados por la conducción, sumando una nueva frustración o se creó una secretaría del “pensamiento nacional”, rápidamente ocupada por ciertas vertientes o sectores del oficialismo del momento, otra frustración, también nuestras actitudes a la hora de dejar de lado nuestro amor propio y pretensiones de laureles a la propia trayectoria, para entender que la hora llama a “poner” no a “pedir” deben ser objeto de un serio y valiente revisionismo.
Nos debemos un valiente y honesto análisis de la historia argentina de la segunda mitad del siglo XX, de la caída del peronismo sus causas y consecuencias, de los años del desarrollismo, del terrorismo de Estado pero también del de las bandas armadas que desde su soberbia, mesianismo y gorilismo mucho aportaron al sabotaje del tercer gobierno peronista y a la muerte de Perón. Y nos lo debemos porque gran parte de la actual “clase dirigente” es hija de esos años y las generaciones posteriores se han formado o formateado su pensamiento a partir de la obra de los deformadores de izquierda y derecha de la realidad de aquellos años cruciales de nuestra historia.
Es en los que proclamamos nuestro peronismo o pertenencia al campo nacional y popular donde reside la responsabilidad principal de poner todas nuestras fuerzas para ir encontrando la luz necesaria para encontrar los caminos, es en los mas jóvenes donde reside la responsabilidad de sumarse al esfuerzo asumiendo que esto no comienza con su llegada y abandonando las locuras “fundacionales”, como decía Perón “Todo en su medida y armoniosamente” y aportando su creatividad y capacidad para llegar a todas las generaciones.
El tiempo apremia, la superestructura política (me resisto a llamarle clase) exhibe un agotamiento y decadencia que pone en riesgo el destino mismo de la patria, pero que nadie se olvide que si este barco se hunde nos vamos TODOS al fondo del mar.
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